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viernes, 30 de noviembre de 2012

LAS VOCES DE LOS AUSENTES (I)

Hacía ya horas que el sol se había puesto, tras las montañas...

En la alcoba, Diego y su mujer, Rosa, dormían...

Un sonido comenzó a aparecer por detrás de la loma que había tras el recodo de la carretera...
Diego, se revolvió en su cama sobresaltado y se levantó de un salto.

Por detrás de los postigos entreabiertos, las luces de dos camiones, rompían la oscuridad, acompañados por el sonido renqueante de los motores.
Tras ellos, un auto oscuro, seguía su estela.

Pasaron justo por delante de la antojana de su casa, junto a la portilla de madera, y enfilaron por la empinada pendiente hacia lo alto del monte, por el camino de la vieja cantera.

El, conocía bien aquella cantera, de la que el pueblo se surtía de arena, grava y otros áridos para la construcción, desde que sus antiguos dueños, la abandonasen para huir "al otro lado".
Entonces la cantera pasó a ser propiedad del pueblo, que la municipalizó, para que los habitantes de la comarca, la usasen como fuente de obtención de sus materiales, previa solicitud al alcalde pedáneo.

Desde la cama, Rosa preguntó...

-¿ Qué pasa ? ¿ Que es ese ruido ?-

-Chssst- Respondió el...- Son camiones , duérmete...-

Ella asintió con la cabeza, pero ya se había desvelado con el trajín de los motores.

Diego, volvió a la cama con expresión preocupada...

-¿ Que ocurre ?- Volvió a inquirir ella.
-Nada, duérmete- Respondió el secamente.

De sobra sabía el lo que aquellos camiones, a aquellas horas, significaban...

El traquetreo de los camiones, prosiguió durante un rato, y poco a poco se fue perdiendo por la cuesta arriba.
Al poco rato, dejaron de oírse.

Una sensación de somnolencia, empezó a apoderarse de el, de nuevo, fruto de las horas de madrugón, para ir a trabajar a la sierra.

Sus ojos acababan de cerrarse, cuando de improviso, una descarga cerrada de fusilería, le hizo pegar un brinco en la cama...

-¿Qué ha sido eso ?- Preguntó su mujer.

-Nada, estate tranquila, cuanto menos sepas, mejor...-

Un sonido de decenas de perros ladrando furiosamente en varios puntos sonaba en la noche.
Luego, comenzaron a escucharse uno a uno, con una cadencia que parecía milimetrada, las detonaciones espaciadas de un arma corta...

-Uno, dos, tres, cuatro...- Fue contando el.

Rosa le miraba asustada y el tenía la tez blanquecina y expresión asustada, con el rostro desencajado...
Las detonaciones se detuvieron al llegar a diez, y solo quedaron los ladridos lejanos de los perros...

...Después...Silencio...

Un silencio espeso, denso, como mantequilla, que se podría cortar con un cuchillo...

El sonido de los camiones, volvió a oírse descendiendo por la empinada calzada llena de baches...
Por encima del ruido de los motores, podía oírse algo como un cántico, que se confundía con el ruido de los motores...
Se asomó con precaución a la ventana, y volvió a otear tras los postigos.

Escuchó...

Le parecía oír algo de un sol, y una camisa azul bordada de rojo...

...Eran ellos...

Otra vez...Ellos...

Tras los camiones, bajaba el auto negro, en cuyo interior, pudo distinguir cuando pasaban bajo el "palo de la luz", a dos hombres en los asientos de atrás.

Uno iba trajeado y el otro vestía un uniforme verde botella...

Se quedó mirando como desaparecían de nuevo tras el recodo de la carretera, y con ellos el cántico...

Se acostó de nuevo...

El dichoso cántico seguía resonando en sus oídos...
Aquel dichoso cántico, que unos hombres vestidos con camisas azules con un bordado rojo en el pecho, y armados con pistolones , les obligaron a aprenderse "como el padrenuestro", so pena de "pegarles cuatro tiros"...

En la cama, Rosa, que ya había adivinado de lo que se trataba, lloraba en silencio, sollozando quedamente...
El, se volvió hacia ella para tranquilizarla...

-Chssst...Tranquila...No pasa nada...estate tranquila...-

La abrazó contra si, y la sintió estremecerse por la angustia y los sollozos.
Poco a poco se fue tranquilizando, hasta que se quedó dormida por le agotamiento...
El, permaneció aun despierto un rato, pero poco a poco, la fatiga le fue venciendo hasta apoderarse de sus ojos, que lentamente, se cerraron...

Unos golpes a la puerta, le despertaron...

La luz del día, comenzaba a aparecer tímidamente por las rendijas de los postigos de madera...
Se levantó y bajó las escaleras, cubierto apenas con los pantalones, y poniéndose a toda prisa su camisa...

Otra vez golpearon la puerta...

-¿ Quién es ? preguntó...

- Abre Diego, que soy yo- Respondió al otro lado de la puerta una voz...

Reconoció la voz de su padre, el viejo Goyo...

Abrió la puerta y su padre se mostró ante el desencajado...

-He venido lo antes que he podido.-Dijo jadeante...

-¿Que pasó ayer.?-Preguntó Diego...

-No se...Pero ha desaparecido el maestro,el alcalde pedáneo, el secretario del ayuntamiento, y varias personas del pueblo...- Respondió su padre...

-¿ Vosotros estáis bien ?-inquirió...

-Si, no te preocupes...-Dijo Diego...-Yo creo saber lo que ha pasado-.

Le relató a su padre, lo de los camiones, los tiros y los hombres "de azul"...

-Me lo imaginaba- Mustió Goyo, con las lágrimas a punto de salírsele de los ojos...-

-Voy a subir- Dijo Diego muy serio...
-¿Estás loco?-
-No, para nada...Voy a subir...

-Bueno, pero vete con cuidado. Sube por el camino viejo, el que usaban antes los arrieros, el que bordea el río; así no te verán y saldrás por encima de la cantera-. Recomendó el padre...
-Así lo haré- Dijo el, -y tu, quédate con Rosa-
-Bien, me quedaré con ella- Dijo el viejo Goyo.

Diego, se terminó de vestir a toda prisa, y sin despedirse siquiera de Rosa, tomó la carretera, para justo el la loma, desviarse por la senda semi oculta por la maleza, que antiguamente usaban los arrieros...

Caminó aprisa, por entre la maleza que cubría la senda, hasta el bebedero de las bestias, que está junto a la carretera.
Allí. oyó el ruido de unos vehículos que subían por la carretera y se agazapó contra el suelo, para no ser visto...

Vio pasar una camioneta llena de soldados, armados con fusiles.
Tras ellos, dos camiones subían traquetreando . Uno de ellos iba vacío. El otro llevaba a varios paisanos subidos en la parte trasera.
Un poco mas atrás, un coche con la bandera bicolor pintada en una puerta, subía lentamente...
Pudo ver en su interior a un oficial del ejército, con su gorra de plato.

Nada mas pasar el coche, apresuró su paso, para llegar arriba cuanto antes...

Por fin, coronó la cumbre, justo por encima de la vieja cantera...
Tumbado, se arrastró hasta el borde y miró abajo...

El espectáculo que apareció ante sus ojos...era Dantesco...dantesco y cruel...

                                                                                                                      (JotaJota)

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