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lunes, 14 de enero de 2013

EL ENCUENTRO CON LA VIDA

Por una olvidada carretera perdida entre eucaliptos, solitaria en plena noche, viajaba una dama, caminando titubeante ante la inmensidad que la rodeaba.
Se sentía perdida; sola, vulnerable; acongojada ante la grandeza del paisaje interminable que la rodeaba.
Tenía miedo; sentía ganas de llorar, de gritar, de decirle a voces a los cuatro vientos, que se sentía asustada...
Por un momento, se sintió 
incapaz de seguir adelante, incapaz de dar ni un solo paso mas. Se paró y miró a su alrededor.
En un hueco al lado de la carretera larga e interminable, se sentó, encogiéndose en posición fetal...
Lloró...Si. Lloró..
Lloró dejando fluir su amargura, su miedo, su pena, mezclados con las saladas lágrimas.
Se sentía minúscula ante el paisaje...Cohibida por la sensación de impotencia ante tal situación.
Intentó serenarse, mas no podía...
Las lágrimas y la ofuscación se lo impedían.
se encogió de nuevo.
Quería volver al seno materno, donde se sentía protegida y feliz.
Quería volver a la tierra de sus ancestros; esa tierra húmeda y lluviosa, donde el verde predominaba sobre el paisaje, y donde apenas con estirar su mano, ya estaría tocando la mar.
Una tierra de contrastes, donde en pocos kilómetros se enfrentaban la altivez de las montañas, con la dulzura de sus verdes praderas llenas de flores, junto a la bravura y belleza de su mar.
Esa mar...
Esa mar, de la que sus padres y abuelos tanto le habían hablado en infantiles cuentos para dormir...Esa mar, de la que decían que era bella como una mujer hermosa, y brava como la mas feroz guerrera .
Una tierra cuyos orígenes se desdibujaban, perdidas en la inmensidad de los tiempos, entre los laberínticos destinos celtas...
Recordaba aquella nozaleda...
Aquella nozaleda ante su casa de la que su abuelo se sentía tan orgulloso, y así se lo contaba, entremezclado entre los infantiles relatos, que un mal día, aquel sátrapa ordenó talar...
Fue como si a su abuelo le hubiesen amputado una parte de su cuerpo; una parte de él...
Quería volver a su niñez; a los abrazos de su madre; a las caricias de su padre. A su infancia feliz...
Las lágrimas continuaban resbalando por sus mejillas; mas ahora lo hacían lentamente, de forma pausada, casi como un alivio.
Se sintió un poco reconfortada, y se decidió a salir de su escondrijo y retomar de nuevo el camino entre eucaliptos...
Miró al cielo...
Desde lo alto, la luna recién salida, parecía sonrreirle.
Las estrellas le hacían guiños desde la inmensidad del cielo.
Escuchó...
A lo lejos, parecía oírse una música...
Si; sin duda era una música; probablemente de alguna de las ultimas verbenas de alguna fiesta, allá a lo lejos...
Escuchó...
Escuchó, mientras recordaba algún pasaje de las novelas de Gabo; probablemente, alguna de las que discurría en aquel pueblo...mmm...¿Cómo se llamaba...?...mmm..
Macondo; eso es...Macondo...
Recordó a aquel coronel, que no tenía quien le escribiese. También recordó al general en su laberinto...
Volvió a mirar al cielo...
De pronto un ruido la sobresaltó...
Era un perro. Un perro vagabundo, que venía por la carretera.
Al llegar a su altura, la miró..
Ella también le miró...
El perro, la contemplaba inquisitivamente, mirándola con sus dos ojos fijos y serenos...
El perro...El perro la miraba con ojos azules...
De pronto cayó en la cuenta de la música que se oía a lo lejos...
Cerró los ojos...
Era un tango...Un hermoso y dulce tango asturiano...


http://youtu.be/aCAp8rOsL6Q

A su lado, un sonido insistente, comenzó a repiquetear...
Alargó la mano lo justo para ponerle el seguro al dichoso despertador...
Desde la cocina, su marido canturreaba una canción...
-"¿Querés un mate, mi vieja...?"-
-Sí- Respondió ella...
Miró a la ventana...
Otro día, acababa de empezar...

(JotaJota)

-Dedicada a mi amiga R.F...-

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